Hablar bien de Michoacán.
En la semana, fiel a sus ocurrencias durante sus participaciones en eventos públicos, el gobernador de Michoacán solicito a los medios de comunicación que hablen bien de Michoacán y advirtió que si no se hacía, se pondría en huelga de entrevistas.
Como dijo Jack, vamos por partes, para nadie es un secreto que Silvano Aureoles es muy dado a las declaraciones simples, a los chistes malos y a decir «a huevo». Ahora quiere que «a huevo» se hable bien de Michoacán, en medio de una de las peores crisis de la relación prensa-gobierno, no solo por la falta de convenios de publicidad a la mayoría de medios del estado, sino por la forma déspota y prepotente en la que su coordinadora de comunicación social trata a las periodistas y los periodistos del estado (frase mamona para entrar en el lenguaje inclusivo que es lo único que ha hecho julieta).
No se puede tapar el sol con un dedo, Michoacán está de la chingada, no hay ni las condiciones ni la forma de que se hable bien del estado, aunque en el fondo no es, en sí, hablar bien del estado, es hablar bien del gobierno de Silvano, algo todavía más difícil.
Silvano quiere que los periodistas hagan el trabajo que le toca a su coordinadora, ya que ella no ha podido, a pesar de que ha gastado millones de pesos en campañas, en estrategias y sobre todo en reconocimientos y premios.
No es que hablemos mal, es que no se puede hablar bien, los errores, los abusos y sobre todo el riesgo de vivir en Michoacán complican los deseos que la estructura de comunicación social del gobierno del estado no le ha podido cumplir al gobernador y como niño frustrado, ahora esa solicitud recae en la prensa.
Y es que la oficina que debe de encargarse de difundir las acciones y logros del gobierno estatal está más ocupada por corregir errores que por establecer una estrategia eficaz de comunicación, se les va a acabar la administración y no lo van a lograr, sobre todo porque la titular es una persona intratable, nefasta y prepotente, que piensa que hace un favor al recibir a los compañeros en su oficina.
Silvano está solo, su equipo de gobierno no le ayuda. Es una lástima que en lugar de trabajar con la convicción de un proyecto para Michoacán, la mayoría de los funcionarios estén pensando en el siguiente hueso, desatendiendo sus obligaciones y buscando los reflectores que los posicionen para ser candidatos.
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