Por: Paul Alberto Chávez Noriega
En los tiempos del PRI, el aplausometro de «líderes» marcaba la pauta sobre el desempeño de un gobierno, ahora en tiempos recientes fueron las encuestas, a las que sin más ni más, se les tacha de cargadas, o vendidas.
Ayer, se renovó en Uruapan el aplausometro, Nacho Campos y sus operadores cometieron todos los errores que pudieron cometer, se dejaron convencer por un supuesto líder, al que se le ha visto recorrer todos y cada uno de los despachos municipales, la mayoría de los colores y por consecuencia, poca credibilidad tiene el que se pregone que buscan el bien de Uruapan.
El presidente de Uruapan no necesita ese tipo de espectáculos, de teatros, Uruapan no merece esas puestas en escena, dónde todos se aplauden, son amigos y buscan juntos el bienestar colectivo. Esos tiempos ya pasaron, esas actitudes fueron las que cansaron a los uruapenses de los gobiernos tricolores, panistas y perredistas.
El ser diferente no se dice, se demuestra, y ahora el edil uruapense no lo está logrando, flaco favor le hacen sus asesores al exponerlo ante la sociedad como un presidentito que ocupa de supuestos líderes para trabajar.
Es hora de que Ignacio Campos se de cuenta, de que sus «amigos» no lo van a cuidar, mucho menos a respaldar cuando vengan los tiempos electorales y busque la reelección al puesto.
Es hora de que se de una revisión exhaustiva al gabinete, sacar lo que no funciona y buscar gente, aunque no sea de morena, que tenga la capacidad de trabajar y sacar adelante los pendientes que tiene con el municipio, por ejemplo, un servicio funcional de recolección de residuos, un alumbrado público que sirva y que no dure solo mientras lo presumen en redes, y por favor, unos asesores que piensen y que tengan el valor de hablarle con la verdad al edil, les pagan para asesorar, no para aplaudir.
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